Fue sólo sobre las ruinas de la expresión histórica del socialismo y del comunismo estatal que pudo abrirse paso la razón privatizadora y de mercado impulsada por el neoliberalismo capitalista. Simultáneamente, la destrucción de toda oposición a esta lógica allanó el camino de la resignación para su asentimiento.
Asistimos a la tendencial desarticulación de la organización fordista de la producción a expensas de la organización productiva que incorpora no sólo la fuerza de trabajo física del obrero, sino su propia subjetividad, es decir su socialidad. El capital se reorganiza llevando la producción fuera de la fábrica mientras modifica los mecanismos de sujeción y explotación (producción del valor) buscando controlar la subjetividad de la fuerza de trabajo, volviéndola materia de su producción. Simultáneamente se vuelve más frágil la relación capital trabajo en la medida que las subjetividades son el motor de las luchas y simultáneamente el corazón de la producción cognitiva.
En el contexto del capitalismo cognitivo y de una economía del conocimiento, de los afectos y de la cooperación, la construcción de una alternativa política requiere de categorías y conceptos, de una nueva gramática política para retomar la ofensiva en el terreno de las ideas.
La producción se ha vuelto biopolítica ya que ahora es la totalidad de la vida la que se pone a trabajar: se ha borrado la distinción entre el tiempo de vida y el tiempo de trabajo; entre la producción y la reproducción. La vida constituye la materia prima de la producción que debe ser cooptada, explotada y sometida por el capital porque ella, en sí misma, vale. Cuando hablamos de vida rescatamos a la vida no como el Zoé biológico que la reduce a pura naturalidad, sino como aquel conjunto de relaciones y afectos, de circulación de saberes y lenguajes, conocimientos y actitudes que inventan cotidianamente una socialidad compartida. La vida, entendida como ineludible construcción de subjetividades, de modos de acción y de organización, que, desde el interior de las determinaciones presentes, innova y crea. Es lo que Antonio Negri ha llamado ontología, formas nuevas inmanentes del ser.
La creación de valor es hoy poner en red las subjetividades que interactúan, cooperan y producen en el intercambio construyendo el común. Con ello se significa al común como campo producido y generado por las singularidades que el capital necesita apropiarse ; cuando aseveramos que el capitalismo ya no puede seguir produciendo las dos cabezas de Golem, el individuo como unidad productiva y la población como objeto de gestión masificada; cuando EL CAPITALISMO hoy depende de esas subjetividades, estamos confirmando también su debilidad manifiesta ya que las prácticas de resistencia y búsqueda de libertad de los hombres significan simultáneamente hacer valer su potencia de invención subjetiva, su multiplicidad singular y su capacidad para producir a partir de ese común.
El común no puede ser entendido como el sustrato de las comunidades sino como el producto de la producción política de la multitud. Común entendido como lo que los hombres y mujeres construyen de conjunto.
En ese sentido el común no es un slogan cómodo y simplificador que fomenta una huida hacia adelante. Se trata de un concepto nuevo que establece un campo de problemas y de cuestionamientos. Significa dejar de lado el pensamiento dominante que pivotea sobre la oposición entre lo público y lo privado, entre el mercado y el estado. Significa igualmente, examinar rigurosamente las prácticas reales de coproducción y cooperación en los múltiples campos, considerar con cuidado las implicancias sociales políticas y jurídicas del común en términos de derechos colectivos, pensar aquellas normas y los modos de subjetivación susceptibles de ser incorporados en el común, comprender lo que puede ser el pasaje de lo público a lo común a partir de la producción de nuevas normas y afrontar por tanto la institución del común.
A diferencia de lo público y lo privado que construyeron su estatuto político y jurídico como políticamente opuestos incluyendo una idea de propiedad (privada perteneciente a uno solo; pública como sinónimo de estatal, sin pertenecer a nadie) , el intento de construir un estatuto similar apropiado al común por fuera de lo público y lo privado exigirá necesariamente una crítica de la propiedad y de la ganancia.
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