Los Grundrisse de Karl Marx
Antonio
Negri
I. Comencé a trabajar sobre los
Grundrisse durante los años sesenta. Cuando comencé ya era comunista desde
hacía bastante tiempo, aunque no marxista. Yo había trabajado mucho sobre Kant,
Hegel, y el neokantismo, Max Weber, Lukacs y luego, por último, a principios de
los años sesenta, a los 30 años, empecé a leer El Capital. Había pasado también
a través de las interpretaciones de moda en ese entonces, sobre el joven Marx:
había leído y discutido a los Frankfurtianos (no se pueden imaginar la
intensidad de las emociones planteadas por el "descubrimiento" en
Francia, Italia y Alemania) en el clima de un cierto existencialismo
humanístico. Me llevé las mismas ambivalentes (si no ambiguas) impresiones que
había tenido estudiando el marxismo sartriano. En consecuencia, no tuve
dificultades para aprovechar sensatamente la "ruptura epistemologica"
que había proclamado Althusser. Esta ruptura no representaba para mí un
elemento ni pertinente ni decisivo desde el punto de vista filológico. Lo era
más bien (como, por otro lado, quería Althusser) desde el punto de vista de una
hermenéutica política y polémica "situada" (como, precisamente,
apunto en Kampf-Platz) en el pensamiento revolucionario, en la época de los últimos
intentos de éxito del hegelianismo dialéctico en Occidente, como en Oriente. El
materialismo marxiano me parecía convertirse en ”entero” precisamente, pasando
por esa ruptura – ruptura anti-humanista, en el sentido que las ilusiones del
humanismo burgués habían sido para ese momento definitivamente extirpadas y,
sobre todo, en el sentido que la dialéctica hegeliana era efectivamente dejada
de lado. Para nosotros, educados en el hegelianismo y en las infinitas
variaciones de la "conciencia desdichada", este paso era necesario:
constituía una propedéutica para la militancia revolucionaria.
La
lectura de El Capital me resultó sin embargo muy difícil. Cierto que mi lectura
de El Capital no fue la de un filólogo, de un académico, ni siquiera la de un
"marxista" diplomado. Fue, más bien, la de un militante comunista que
quería apropiarse de un método subversivo de investigación y de un programa de
acción. Marx y El Capital debían ser útiles para hacer política entre los
obreros, no sólo para comprender las contradicciones y las crisis del capital,
sino para transformarlas en ocasiones de lucha en las fábricas y en la
sociedad. Cuando, luego de El Capital, me puse a leer los Grundrisse, reconocí
de repente una nueva potencia, inesperada pero deseada. Fue un proceso genealógico
aquel al que fui introducido. Yo ya había empezado a hacer
"co-investigación" con los obreros para comprender cuáles eran las
condiciones en las cuales se desenvolvía la lucha de clases. Con la inclusión
de los Grundrisse, más que hacer «investigación obrera" se trataba también
de el método de Marx. Era redescubrir Marx, reinventarlo. Yo siempre me he
preguntado, como hizo Eric Hobsbawm, a partir de la constatación de que medio
siglo después de la muerte de Marx los Grundrisse aún eran desconocidos. Y también
me pregunto sobre tantos otros (más de los que lo eran) que se convirtieron en
marxistas, si lo hubieran hecho de manera distinta- aquellos que lo habían
hecho sin leer los Grundrisse-, si hubieran podido leer los Grundrisse
simultáneamente con El Capital. Para la manera en como nosotros conocemos los
libros mencionados, nos fue imposible separar los Grundrisse no sólo de El
Capital, sino del papel de operadores políticos que las lecturas de Marx debían
promover.
II. Hobsbawm ha dicho de los Grundrisse
–que se trata de una "especie de taquigrafía intelectual privada que
resulta a veces impenetrable". Creo que este juicio es totalmente
inexacto: es cierto que hay páginas incompletas, y que a veces hay simplemente
esquemas, pero no es correcto concluir que el texto (ni siquiera parcialmente)
sea incomprensible. Al contrario. Sin duda, es un texto difícil pero hay
elementos centrales – nada difíciles de entender– que regulan el hilo. Sobre
ello volveremos más adelante. Es cierto sin embargo, que, aunque puestos bajo
una luz menos dramática, los Grundrisse han representado un punto de inflexión
notable en las continuas lecturas y relecturas del pensamiento marxiano e
impuesto una serie de nuevas divisiones sobre su interpretación. Los hay
quienes han considerado los Grundrisse como un texto delirante, escrito sobre
la base del choque fortísimo provocado por la lectura de la primera crisis
global del capitalismo, inspiración sin embargo frustrada por un consecuente
error político. Hay otros que han más bien considerado los Grundrisse como una
nueva fuente interpretativa para el materialismo dialéctico, el más oficial y
ortodoxo. Y luego están aquellos que han considerado los Grundrisse como
homologables del todo con El Capital. Yo creo que, vistos en forma más realista
y políticamente adecuada, los Grundrisse deben ser leídos – en su ubicación
histórica dentro de la evolución del pensamiento marxiano –como una genealogía
no tan (o no sólo) del capital sino, sobre todo, como fuente de método y de
invención de una política revolucionaria. Si la cuestión es puesta en
estos términos y, al mismo tiempo, olvidamos las bellas fábulas hegelianas de
la teleología dialéctica, Althusser no debería escandalizarse si en este punto
asumimos un "Marx entero". En los Grundrisse se debe por tanto leer
el curso de un proceso de constitución de la lucha de clases: Hans Jürgen
Krahl, en medio del 68 francfurtiano, lo había comprendido perfectamente. En
esta perspectiva los Grundrisse son el proyecto de revolución que el "trabajo
vivo" construye desde dentro de la estructura de la producción
capitalista.
Los
Grundrisse son, de conjunto, una "práctica teórica" que asume la
rebelión del "trabajo vivo" en la crisis – considerando esta crisis
como una ocasión revolucionaria –y también, como bien señala Enrique Dussel, un
motor generador de las categorías de análisis del desarrollo capitalista. En
definitiva, en los Grundrisse (como lo vieron los hombres del 68 de manera
similar) se puede reconocer un centro dinámico del pensamiento marxiano, tanto
de su historia lógica, como del proyecto revolucionario. Desde este punto de
vista los Grundrisse han constituido un apoyo absolutamente central para la
crítica de toda delegación de conocimientos y de tareas, considerados de
vanguardia, a la teoría; para la crítica de cualquier concepción de
"revolución desde arriba", impuesta al movimiento real; y más bien
como una afirmación de "revolución desde abajo", como potencial de
fuerza autónoma constituyente del comunismo. Sólo el proletariado puede construir
programa.
III.
En "Karl Marx's Grundrisse. Foundations of the emergency of political
economy, 150 years later" (Routledge, Oxford y Nueva York, 2008),
silogismo que Marcello Musto recogió para celebrar, precisamente aquel
aniversario, el enfoque está oportunamente dividido en tres partes. En la
primera se consideran las lecturas críticas de los Grundrisse que han señalado
sus líneas conceptuales más importantes (teoría del valor y del plusvalor,
alienación y emancipación, principios del materialismo histórico, etc.); en la
segunda parte se estudia la vida de Marx, como periodista e intérprete de la
primera crisis económica global en 1857-58; en la tercera se describe y analiza
la extraordinaria recepción –una diseminación, precisamente – de los Grundrisse
en el mundo. Este trabajo es llevado a cabo con rigor y de manera completa. A
mí me interesa destacar algunos aspectos de la lectura que Musto (en buena
compañía como dice Michale R. Krätke) hace de la relación de Marx con la
crisis– de la "maravillosa crisis que habíamos previsto", dice Marx.
Ya Sergio Bologna, en nuestra juventud, nos había ofrecido una insuperable
pintura de este período ("Moneda y crisis: Marx corresponsal del New York
Daily Tribune", en Bologna, Carpignano, Negri, crisi, organizzazione
operaia, Feltrinelli, Milán, 1974). Los dos elementos a subrayar, en el
renovado análisis de este libro, me parece, son la insistencia en que el
análisis marxiano no sigue simplemente el acontecimiento crítico, sino que
recupera los aspectos categoriales, el dispositivo teórico inmanente. En este
caso la normativa que erosiona el vínculo moneda-crisis, medida-producción,
producción-explotación. Ahora bien, y este es el segundo elemento, precisamente
porque esta inmanencia de la crisis monetaria en aquella social (en la relación
de clase) es tan profunda, precisamente por esta razón, toda crisis será
considerada de manera singular (como pertinente a la particular determinación
de la lucha de clase que la sostiene) y cada continuidad crítica del capital
será considerada según criterios de discontinuidad. 1857-58, crisis de
superproducción, cierto. Pero cualquier otra crisis no es homologable a ésta y
dependerá, más bien, de las condiciones concretas de las relaciones de clase en
que ésta se desenvuelve. Medidas y límites, causalidad y casualidad no son
normas abstractas, sino dispositivos de la investigación (sobre las luchas,
sobre las determinaciones de la lucha de clases) una vez descubiertos.
Diferencias, relaciones desiguales, correspondencias no rígidas regulan, en
este punto, el método. Hay un anti determinismo muy fuerte en los Grundrisse,
desde el comienzo al fin: en la aproximación a la crisis, en la invención y en
la primera experimentación del método. Esta idea me parece un gran aporte expuesto
en este texto.
Método de la discontinuidad, por lo tanto un universo
plural por descubrir. Es muy importante esta definición – ella nos permite
reabrir la investigación en la continuidad de la investigación misma, de
conducirla en términos de experimentación. Forschung, Darstellung –pero luego,
nueva Forschung y nueva Darstellung. Cuando se dice Forschung se dice
profundizar en la experiencia allí misma, desde adentro, siempre dispuestos a
encontrar lo nuevo. El método crítico (mejor dicho subversivo) construye un
misil en varias fases y cada fase nos lleva más lejos y pone en condiciones de
construir conceptos cada vez más intensos y ampliados. Así, al avanzar la
investigación dentro del desarrollo capitalista, la vida es cada vez más
investida por el proceso productivo y el método permite al investigador ampliar
sus descubrimientos, mucho más allá de las determinaciones genéticas de la
propia investigación –y llegar hoy a analizar tanto las consecuencias
biopoliticas como las ecológicas presentadas en la interesante contribución de
J. B. Foster. Precisamente por esto, la conceptualización se vuelve cada vez
más rica, en términos analíticos y también proyectuales, y el marxismo se
presenta como una obra abierta. Marcello Musto nos entrega un ejemplo, referido
a la categoría de “común” que, sin duda, resulta extremadamente eficaz. Dada la
radical diversidad entre el común como "dependencia” entre los individuos
al comienzo de la civilización (en tribus, familias, etc. ) y el común en el
capitalismo maduro, donde la independencia de la singularidad está integrada
por la dependencia social que se expresa en la división del trabajo… bien, sólo
si asumimos la crisis como motor de transformación ontológica, el método de
Marx, formado en la crisis, podrá ser apto para "sobrevolar" y por lo
tanto (como quería Deleuze) alcanza la abstracción determinada.
IV.
Como decíamos más arriba, encontramos (y está bien ilustrado en el texto a
cargo de Musto) las líneas principales que, nucleadas en los Grundrisse,
resaltan el carácter de obra política "comunista". El punto
fundamental consiste en que el dinero aquí está planteado como inmediatez del
valor. Es así como Marx lo recoge. Respecto de El Capital, aquí no se parte de
la mercancía sino del dinero; no se parte del valor uso por excelencia (que es
el "trabajo vivo") sino de su explotación capitalista; no se parte
del dinero sólo como medida de la explotación sino del dinero como regla
sobredeterminada del antagonismo producto de la explotación; no del dinero como
forma exclusiva de expresión de valor sino del proceso de socialización del
capital como su presupuesto. El antagonismo de clase está en la base de todo el
proceso, y la relación de explotación representa el contenido del equivalente
monetario, como el signo de su crisis. Es de hecho la crisis la que permite
incorporar este fundamento (que no es otro que la relación social del capital).
Con esto, el capital es, desde un principio desprovisto lanzado de su poder. "Es absolutamente necesario que los
elementos violentamente separados, que son esencialmente homogéneos, mediante
una violenta erupción, se muestren cómo escisión de algo que es esencialmente
homogéneo. La unidad se restablece violentamente. Cuando la escisión extrema es
puesta en erupción, los economistas agregan la unidad esencial y abstracta de
la alienación” (Grundrisse, I, p. 68).
No se puede
estar en desacuerdo con Terrell Carver cuando, en su artículo "Marx's
conception of alienation in the Grundrisse”, establece de manera refinada, la
conexión entre las diversas formas lingüísticas que, alrededor del concepto
fundamental de la "alienación”, representan la "escisión"
producida por la explotación, e indica la estructura de la crítica de la
economía política que dicha escisión rescata, es decir, la máquina antagónica
que organiza la célula elemental de esta relación. (Y no se puede no estar de
acuerdo incluso con la sustancial recomposición que desarrolla sobre las
distintas fórmulas utilizadas por Marx, a lo largo del curso de toda su vida,
para expresar, precisamente, la célula primaria). De la misma forma que se debe
valorar el diseño que recorre el capítulo de Joachim Bischoff y Christoph
Lieber, "The concept of value en modern Economy: on the relationship
between money and capital en Grundrisse".
Porque aquí,
la máquina antagonista del plusvalor (PV) –es decir, la ley del valor como ley
de la explotación– acciona como estructura plural y dinámica de recomposición
productiva del proceso de acumulación capitalista y del comando sobre los
antagonismos que en él surgen. Estructura dinámica, porque sólo en el
capitalismo las relaciones de dominio consiguen funcionar progresivamente
mistificando la explotación en términos de producción de riqueza. En cuanto al
valor de cambio, éste no es simple signo de circulación sino motor de la
producción; y las formas burguesas de solución del conflicto de clase
representan un universo ontológicamente consistente. Todo esto, contra
cualquier concepción catastrofista, contra cualquier pretensión de
autodestrucción o, simplemente, contra la perspectiva de un decrecimiento
necesario del desarrollo capitalista. Pero, por otra parte, estructura plural:
la ley del valor funciona efectivamente también como instrumento fundamental
para regular la competencia (mercantil). Marx está bien alejado de toda ilusión
sobre el funcionamiento del mercado en términos ideales. No, el mercado es así
(y hoy, añado, el funcionamiento del capital financiero lo demuestra
abundantemente); siempre se encuentran esos monstruos reinventados y re propuestos
para generar impotencia en los trabajadores: un capitalismo monopolista de
Estado (que todo oprime y comanda) y ni siquiera un capital social que siempre
recompone y subsume de manera totalitaria todo proceso singular de acumulación.
El capital no es un Leviatán sino una "relación social", subordinada
a la lucha de clases. En la ley del valor se articulan tanto intercambios y
equivalencias, enfrentamientos y estructuras –de manera cada vez más plural y
antagónica. Es este antagonismo que define la ley del valor, que lo muestra no
como un modelo de medida temporal, sino como la relación siempre inconclusa
entre el poder de la acumulación del capital y la potencia productiva del
trabajo vivo.
V. El intento más explícito de dar a los
Grundrisse un carácter innovador que vuelva la enseñanza marxiana adecuada al
análisis del presente es, en el texto que analizamos, el de Moishe Postone,
"Rethinking capital en light of the Grundrisse". Resulta conocido
como Postone la emprende contra el "marxismo tradicional”. Considera que
el marxismo tradicional considera al trabajo como punto de partida de la
crítica del capital; propone, en su reemplazo, considerar el recorrido crítico
marxiano de la relación contradictoria que se establece entre las formas de la
vida social y las formas de la riqueza: van de la mano y se modifican
conjuntamente. Las páginas del “Fragmento sobre las máquinas" de los
Grundrisse se incorporan como clave de la demostración: la ley de la medida del
valor-tiempo resulta de hecho disminuida con la transformación tecnológica que
sigue al modo de producción de la "gran industria" (el último por él
conocido). La jerarquía que se establecía entre el trabajo manual y el trabajo
intelectual, y la calidad productiva y valorizante de esta figura de la fuerza
de trabajo se desborda con la revolución tecnológica y la ley del valor termina
por ser utilizada como arma ideológica en la gestión política del capital por
parte de la burguesía. Etc. , etc. . En resumen, en la polémica contra el
marxismo tradicional, parece escuchar algún recitado de la Biblia del
post-obrerismo, su analítica. Lo mismo ocurrirá cuando Postone analice las
categorías marxianas utilizadas en los Grundrisse al insistir en considerar su
carácter, específicamente histórico y tendencial.
Más duda
me sobrevienen en el discurso de Postone cuando, acentuando la
"duplicidad" de las categorías marxianas (la de fuerza de trabajo
como capital variable o como clase es ejemplificativa) – pretende que no haya
solución estructural (revolucionaria?) tras la determinación histórica de la
"subsunción real" de la sociedad en el capital. Ya Panzieri y Tronti
(a finales de los años cincuenta) destacaban esta situación, denunciando en
ella la "magia del método" (dual, dialéctico negativo) y un
consiguiente “bloqueo de la investigación". Si todo ha sido absorbido por
el capital, ¿como se define la determinación revolucionaria?, ¿cómo surge la
“diferencia esencial" de la clase? Postone responde que la única
conclusión frente a este desarrollo lógico consiste en la catástrofe (aunque
también, paradójicamente, en la realización) final del desarrollo capitalista:
le seguirá la extinción del proletariado. Es necesario, lamentablemente,
observar que con esto se extingue también todo aporte de Postone en la
detección de las novedades introducidas por los Grundrisse. El encuentro con
las tesis del obrerismo se desvanece tras la renovación del horizonte, a veces
pesimista, a veces utópico, de la escuela de Francfort. ¿En qué consiste ese
punto de vista? En la convicción, repetida hasta la saciedad, que las
contradicciones estructurales del capital no podrán ser reducidas a los
conflictos de clase. Aquí no tenemos ya que leer el "marxismo
tradicional" sino, pura y simplemente, enfrentarnos con la filosofía
socialdemócrata. Aquí se pierde el elemento más específico del marxismo de los
Grundrisse, su determinación ontológica, expresada siempre en nuevas formas de
subjetividad de clase. Fuera de cualquier determinismo tecnológico,
precisamente en nombre de las formas de vida que el análisis de vez en cuando
asume en la investigación, surge, en efecto, la potencia transformadora de la
lucha de clases. En la subsunción real de la sociedad en el capital – enseña el
futurismo marxiano de los Grundrisse – se revela la nueva calidad de la
subjetividad revolucionaria: General Intellect como parte del capital, por un
lado; y por la otra, multitud (es decir conjunto cooperativo de singularidades
sociales productivas) como clase, que rompe el "bloqueo" de la
actividad revolucionaria; que se encuentra transformada como dualidad
ontológica de la fuerza de trabajo.
No es
posible –estabilizada la condición analítica fijada por los Grundrisse, en el
presente de subsunción real de la sociedad –pensar en un despliegue de
análisis, en un salto hacia adelante, que no esté vinculado a una fuerza, a un
sujeto que opera este salto. Así termina realmente aquella dialéctica que, como
Althusser lo había visto muy bien, castraba el proyecto revolucionario. Sólo la
subjetividad política de clase, no como elemento externo al desarrollo del
capitalismo, sino como fuerza que se mueve "dentro y contra" el
capital – enseñan los Grundrisse – permite, en efecto, leer en el presente la
lucha de clases contra el dinero-capital-crisis.
Traducción:
César Altamira
Del
sitio italiano Uninomade 2.0 http://www.uninomade.org/karl-marx-grundrisse/
Estimado César Altamira,
ResponderEliminarUn cordial saludo de la Revista Malatesta.
De modo reciente hemos conocido su portal web y nos ha dado mucho de qué hablar.
Algunas de nosotras han visto su libro "Los marxismos del nuevo siglo" y tenemos algunos comentarios para enriquecer el debate.
Queremos darle a conocer la Tercera convocatoria de la Revista Malatesta sobre: "Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt".
Añadimos a nuestro comentario el texto completo de la convocatoria: https://www.dropbox.com/s/tkbnucq4nosel3k/Criterios%20III%20Convocatoria.pdf
Y el portal virtual de la Revista: www.revistamalatesta.wix.com/revistamalatesta
Con amabilidad y respeto se despide:
Revista Malatesta.