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miércoles, 4 de mayo de 2011

Notas para una revisión crítica a COMMONWEALTH (2 de 3)

Hardt, Negri y la producción de subjetividad 
  
Avanzar en el análisis de coyuntura yendo más allá de los conceptos de globalización y post modernismo para localizar las contradicciones y tensiones que condicionan el presente exige comenzar por la íntima relación aprehendida entre capitalismo y subjetividad. Y decimos íntima en la medida que la subjetividad y la producción de subjetividad no se referencian, como anteriormente, en la superestructura o en la reproducción de la fuerza de trabajo, sino que ahora ambas, subjetividad y producción de subjetividad, se han vuelto directamente productivas para el capital, en la medida que el conocimiento, los afectos y los gustos han sido incorporados al proceso productivo. Sabemos que la producción en el capitalismo contemporáneo no está limitada solamente a la producción de mercancías a ser consumidas; se producen también estilos de vida, de percibir, pensar y actuar. Es sobre esta nueva realidad que el pensamiento crítico debe actuar y transformar.

Para H & N, siguiendo la tradición marxista, el desarrollo del capitalismo (incluida la forma extremadamente desarrollada del mercado mundial) echa raíz en las transformaciones, así como en las contradicciones, de la explotación del trabajo. Son las luchas de los trabajadores las que transforman las instituciones políticas y las formas de poder del capital. El nuevo orden mundial se corresponde con las exigencias de un nuevo orden en el mundo del trabajo. La economía política del capital y la organización de la explotación comienzan a desarrollarse cada vez más a través del trabajo inmaterial, la acumulación incorpora definitivamente las dimensiones intelectuales y cognitivas del trabajo, su movilidad espacial y su flexibilidad temporal. La sociedad entera y la vida de los hombres se convierten así en objeto de un nuevo interés por parte del poder. Marx había previsto (en los Grundrisse y en El Capital) tal desarrollo, al que llamaba “subsunción real de la sociedad en el capital”. Pero la subsunción de la sociedad en el capital (así como la aparición de los biopoderes), al decir de H & N, es mucho más frágil de lo que el capital cree, y de lo que el objetivismo de los epígonos marxistas (como la Escuela de Francfort, por ejemplo) admite.

La extensión de los biopoderes al conjunto de la sociedad abre la puerta a una respuesta biopolítica de la sociedad, es decir, frente a los poderes sobre la vida, la potencia de la vida como respuesta a tales poderes. Esto abre la puerta a la insurrección y a la proliferación de la libertad, a la producción de subjetividad y a la invención de nuevas formas de lucha. Cuando el capital se adueña de la vida entera, la vida se revela como resistencia. Este es el punto en el que los análisis foucaultianos sobre la transformación de los biopoderes en biopolítica influyeron sobre H & N en sus estudios sobre la génesis del imperio. Las nuevas formas del trabajo y de las luchas, producidas por la transformación del trabajo material en trabajo inmaterial, se revelan como productoras de subjetividad. El proceso de producción biopolítico se sustenta en la producción de subjetividad es decir todo aquello producido con relación a uno mismo y para con los demás; la forma en como cada singularidad lleva su propia existencia y como teje las relaciones con los demás; espacios de amor y antagonismo, de cooperación e intercambio. Bajo esta óptica el proceso de subjetivación es un devenir. Y en ese contexto debemos rechazar todo intento de encerrar ese movimiento de subjetivación  en una suerte de pensamiento de lo instantáneo como lo hiciera Foucault, cuestionando al mismo tiempo las conocidas líneas de fuga deleuzianas, las que más allá de lo metafóricamente bello, reducen la resistencia a una fuga, una huida.    

Lo innovador en esta interpretación de H & N es el abordaje subjetivo del trabajo, influenciados por las corrientes post estructuralistas. Presentan una interpretación del valor en términos de procesos subjetivos; asentado en las nuevas subjetividades laborales y en el conocimiento técnico, cultural y lingüístico que vuelve posible la economía de la high tech. Se trata de subjetividades que devienen inmediatamente fuerzas productivas. “Las modalidades de conocimiento social no pueden ser comparadas con las diferentes formas de trabajo. Ellas son inmediatamente fuerzas productivas”. Carecen de medida dice Virno, “son presupuestos sin medidas de heterogéneas posibilidades operativas”[1].  Es la disyunción temporal, entendida como la yuxtaposición entre tiempo de trabajo y tiempo de vida, la que sitúa de manera provocativa el trabajo inmaterial más allá de la forma mercancía señalando una escisión, una grieta en tanto ampliación de la distancia entre el valor de cambio/salario y su nueva fuerza productiva subjetiva. Esta nueva fuerza difundida en la sociedad, aunque de manera singularizada y asimétrica, es expresión de la potencialidad global del conocimiento social generalizado, en tanto moderna condición esencial de la producción. En otras palabras, la nueva condición subjetiva del trabajo es el potencial liberador que posteriormente H & N llamarán multitud. Inscripta en esta nueva dinámica de poder es posible no sólo el antagonismo del trabajo con relación al capital sino también su potencial  autonomización.      

Al decir de Negri la noción de biopolítica plantea dos problemas. El primero de ellos, ubicado en el abordaje del propio Foucault. Mientras en los primeros textos Foucault estudia la biopolítica basado en los principios que desarrolla la tecnología capitalista y la soberanía, donde el mantenimiento del orden y de la disciplina se conseguían a través del crecimiento del estado y su organización administrativa (el llamado estado de seguridad o policíaco de los alemanes), más tarde la biopolítica parece, por el contrario, señalar el momento en que la tradicional dicotomía nación-estado se ve superada por una economía política de la vida en general[2].  Y acá nos enfrentamos con el segundo problema. ¿Se debe pensar la biopolítica como conjunto de biopoderes?; o ¿el investir poder a la vida significa que la vida es un poder, y que por lo tanto es posible localizar en la vida, en el trabajo, en el lenguaje, aunque también en los cuerpos, en el deseo y en la socialidad el sitio de la emergencia de un contra poder? ¿Podemos considerar a la producción de subjetividad como lugar del des-sometimiento? En la concepción de Foucault el poder debe ser visto como una relación, como un conjunto de relaciones donde la práctica, el conocimiento y las instituciones están entretejidos. En esta perspectiva el concepto de poder se apartará definitivamente del concepto platónico y la crítica política del estado cuestionará los modelos jurídicos de soberanía. En ese contexto se adopta una lectura donde el poder circula en el espacio social aceptando de manera implícita la existencia de modos de sujeción variables siguiendo cada uno de estos modelos. Sin embargo H & N reconocen igualmente que el proceso de subjetivación, resistencia e insubordinación se gesta y se produce también en la complejidad de esta circulación.
Como consecuencia, el concepto de biopoder deberá ser modificado siguiendo las condiciones donde estos elementos se han gestado[3]. H & N privilegian la transformación y organización del trabajo en el análisis del tránsito de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control, momento en que ni las técnicas tayloristas ni las técnicas macroeconómicas keynesianas se mostraron capaces de evaluar la medida del valor. Es posible concluir que para H & N la biopolítica debe ser entendida como un proceso dinámico, no hipostasiado ni estático, función de una historia móvil conectada a un largo proceso que pone en el centro de la discusión las exigencias de productividad de los dispositivos del poder. Esta es la historia que debemos comprender. H & N se cuidan de colocar en el corazón del concepto de biopolítica cualquier vitalismo positivista como los que se encuentran en las interpretaciones más recientes sobre la centralidad política de la vida[4]. En los que la biopolítica se desliza hacia una lectura naturalista y biológica de la vida que deja de lado su poder político. Para H & N la bioplítica no puede ser entendida como un retorno a los orígenes que recupera la naturaleza.
La concepción de Negri sobre el concepto de biopolítica se referencia en la del trabajo. La biopolítica es el espacio caracterizado por: 1) las nuevas formas de producción; 2) la extensión de las nuevas formas de producción al conjunto de la sociedad; 3)  la emergencia en la sociedad de los elementos clásicos de la contradicción asociados con la subsunción real de la sociedad por el capital. Este concepto de biopolítica será utilizado por H & N para dar cuenta del antagonismo y ruptura en el desarrollo del capitalismo. La biopolítica será vista como la cara que ilumina al biopoder. Pero es más que ello. Es un encuentro de fuerzas, cuestión fundamental para una comprensión no trascendental, no teleológica; inmanente y no dialéctico. Así para H & N la biopolítica se realiza en el momento en que la comunicación, el lenguaje y el intercambio social devienen elementos de la producción. La inmediata dimensión social de la explotación del trabajo inmaterial sumerge al trabajo en aquellos elementos relacionales que definen lo social, pero al mismo tiempo activan los elementos críticos que desarrollan el potencial de insubordinación mediado por el conjunto de las prácticas laborales.

El acercamiento de H & N a la concepción biopolítica se basa en la concepción spinozista para la que el sistema de pensamiento no admite mediación. En un lado la potencia de la vida; en el otro el poder que busca anular la vida, dejarla sin potencia. La concepción de vida no puede ser vista, según Negri, como simple flujo al estilo Bergson (acá se da la ruptura con el Deleuze bergsoniano) ni tampoco bajo la óptica del vitalismo. Se trata de abordar la vida como una multitud de singularidades que se juntan o apartan y al hacerlo se constituyen, producen de una manera conjunta el momento constitutivo. Ambos conceptos, el bipoder y biopolítica, no pueden ser pensados en términos sustanciales, sino según su eficacia constitutiva.
¿Qué significa para H & N producción de subjetividad? Ambos van más allá de la definición antropológica propuesta por Deleuze y Foucault. En efecto, la historicidad en la constitución del sujeto conforma el registro medular de su perspectiva.  Si el sujeto es un ser productivo entonces cuando se habla de la producción de subjetividad se habla de una subjetividad que produce. El motor de la producción de subjetividad se encuentra al interior de estas relaciones de poder; en el conjunto de relaciones que son o están, sin embargo, siempre atravesadas por deseos de vida. Y en la medida en que este deseo de vida significa resistencia al poder es esta resistencia que se convierte en el genuino motor de producción de subjetividad. H & N ponen énfasis al afirmar que este abordaje nada tiene que ver con un retorno a la dialéctica. El antagonismo no implica ninguna resolución dialéctica del conflicto: la singularidad y la resistencia, en la medida que están siempre expuestas al fracaso, al riesgo, se encuentran fuera de todo horizonte teleológico; la producción de subjetividad, sin embargo, siempre tiene el poder para manifestarse como expresión de un surplus. La producción de subjetividad puede no ser reabsorbida en el corazón del proceso dialéctico que busca reconstituir la totalidad del movimiento productivo bajo formas trascendentes (ya que el capital busca alcanzar la síntesis dialéctica que le permita incorporar nuevamente a la producción de subjetividad en el proceso capitalista) Todo intento por reabsorber la producción subjetiva pretende bloquear nuevas formas de vida, aunque inmediatamente dará lugar a otras resistencias, otros excedentes.

El Común, la propiedad común y el comunismo biopolítico.

El Común

Luego de tejer la compleja fábrica de relaciones que entrelazan la multitud, el capital y el imperio H & N encuentran necesario continuar, elaborar y refinar el concepto de común que Negri había ya comenzado en 1964[5] en “El trabajo en la constitución”. Ya en Multitudes H & N identificaban interrelaciones mutuas entre la producción del común y la producción de la multitud  cuando definían a la multitud como una red abierta de singularidades interconectadas unas con otras asociadas a un común que comparten y producen. Para articular dichos conceptos así como para dar cuenta de la constitución social de la multitud resulta imperativo definir cómo y qué es lo que las singularidades comparten y producen en común. Dicho de otra manera el COMUN en un sentido crucial es un componente no reconocido e inescapable de la multitud. Todo parece indicar que así como la multitud es central al proyecto de Imperio, aunque no fuera debidamente conceptualizada en dicho texto, de igual manera el COMUN resulta central al proyecto de Multitudes aunque no fuera debidamente conceptualizado en el mismo texto
Al proponer al lenguaje como el dispositivo históricamente determinado para la constitución de la subjetividad, H & N se opondrán a todo formalismo matemático propio de la concepción deleuziana, presentando así un verdadero dispositivo para la constitución de la subjetividad en tanto aparato formativo, dinámico y constitutivo. H & N trazan una analogía entre el comportamiento constitutivo de la multitud y el lenguaje, entendido como la actividad social expresiva por excelencia. P. Virno también entenderá el común con relación al lenguaje, aunque en este caso se trata de un abordaje ahistórico que termina naturalizando el proceso descrito, aproximándose en esto a las concepciones de Chomsky[6]. El común es aquello que tiene lugar cuando las modalidades singulares se reagrupan bajo una existencia específicamente discursiva y proliferante. No funciona como a priori o elemento fundante de esta expansión discursiva. Se trata del mismo proceso continuo de disolución y recomposición. Es posible afirmar que para H & N las posiciones diferenciadas se agrupan constitutivamente a través del lenguaje y de la actividad social general. El común se vuelve existencia a partir de la praxis social y en ese sentido es un concepto fundamentalmente marxista.
Esto no significa plantear que el común es el concepto reconfigurado de la clase obrera. Se trata de captar el aspecto antagónico del concepto; de producir un concepto que de cuenta de manera adecuada de la expresión antagónica de la singularidad. En la medida que la singularidad se reagrupa ella misma como singularidad,  es oposición y antagonismo. Y es este abordaje el que permite producir un concepto de clase; no se trata de una unidad determinada por conceptos de intereses. En todo caso es un concepto de antagonismo fundado en la expropiación; un concepto de relación y dinámica antagónica.

Si bien el concepto de multitud representa al conjunto de singularidades, sobrepasando de esa manera al concepto de clase, esta categoría también da cuenta de que la multitud, en cuanto tal, se construye. Esta construcción, que se realiza a partir de las fuerzas políticas de la militancia, ha devenido significativa en la medida de que la construcción de la multitud es también construcción del común. En ese sentido el común es un concepto extremadamente importante para H & N. En efecto, para ambos este concepto no se relaciona sólo con los bienes comunes naturales, como el agua, el aire, los bosques, la biosfera. Se trata, en todo caso, de alcanzar una relación con el trabajo: aquello común es el trabajo. El trabajo constituye el común. Pero, ¿significa esto que el común constituye la condición para producir valor? El común es la base de toda riqueza y por lo tanto debe ser expropiado por el capital. Es en ese sentido, que las finanzas constituyen la forma moderna que adopta la acumulación capitalista y la explotación. Las finanzas ya no pueden ser consideradas en época de producción biopolítica como la componente parasitaria del capital, opuesto a la producción real. Representan, por el contrario, el lugar de poder simétrico al del trabajo cognitivo en la producción social[7]. A partir de esta concepción el común devendrá una  cuestión fundamental.
El concepto del común remite a la crítica del concepto de propiedad. No se trata ya de la crítica marxista del concepto de propiedad privada propio de los escritos clásicos de Marx. En la perspectiva de H&N, la crítica va más allá: será crítica a la propiedad privada cuanto a la propiedad pública. Registro que se corresponde con una práctica de autonomía política en relación al capital (el proceso de privatización neoliberal) así como en relación al control del estado (propiedad y gestión pública). Registro político que abona el camino para la construcción de la autonomía social y el antagonismo. 
Aunque buscar el común no significa buscar realidades preexistentes. La multitud es un conjunto de singularidades que se presentan en red; y la singularidad se define a partir de la relación entre los hombres Definir a la multitud en términos de singularidades significa dejar de lado el concepto de individuo, como entidad anterior, irreducible y separada del devenir histórico. Significa, por lo tanto, el rechazo pleno del trascendentalismo. La singularidad convoca inmediatamente a la relación entre los hombres y por tanto al amor entre ellos. El amor entendido en este contexto como fuerza ontológica, como solidaridad spinoziana. Esta problemática había sido abordada por Negri hacia fines de los 70’s, cuando al confrontar con las transformaciones del capitalismo en curso, planteaba la necesidad de nuevas conceptualizaciones del ser, ante la insuficiencia que manifestaba la investigación sociológica de la época para entender la dinámica interna del proceso social. La exigencia de la investigación ontológica da cuenta en este aspecto del resurgimiento de los estudios sobre Nietzsche, y Heidegger para esa época. En Negri los conceptos multitud e inmanencia son conceptos profundamente spinozistas  y forman parte en la perspectiva ontológica del filósofo marrano que entiende al mundo en términos de interacciones no determinadas por un orden trascendente o teleológico. La subjetividad es conceptualizada por Spinoza en términos de proceso y cooperación, en forma opuesta a la filosofía cartesiana en la época. En esta lectura, como en tantas otras, resulta manifiesto el combate del italiano contra toda concepción, lectura o vestigio trascendente.

  Si partimos del supuesto de que las instituciones conforman el espacio de relación entre los hombres, ya que no hay relación de vida entre los hombres sin organización, es posible afirmar que no hay revolución y transformación en nuestros días que no implique la construcción de instituciones del común. Instituciones de la localización y gestión del común, es decir de la gestión democrática del común. H & N nos proponen abordar la construcción de las instituciones del común en términos de las categorías de amor, amistad y solidaridad. Pura materialidad si las pensamos como fuerzas sociales a partir de su relación con el común.


[1] Notes about general intellect, Paolo Virno en Marxism beyond marxism  S. Makdisi, C. Casarino, R. Karl , Routledge 1996, pág. 269.
[2] Principios que se ven modificados cuando pasamos de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control.
[3] La práctica, el conocimiento las instituciones.
[4] Ver al respecto los trabajos de Bergson, Esposito.
[5] Se trata del texto “El trabajo en la constitución” incluido en el libro Labor of Dionysus, a critique of the form state, pág. 58-63 Michael Hardt, Toni Negri, Universitiy of Minessota Press, 1994. 
[6] Ver Ambivalencia de la multitud, entre la innovación y la negatividad, P Virno, Tinta Limón, 2006  y Debate Noam Chomsky/Michel Foucault en La naturaleza humana, ¿justicia o poder ? AAVV, Teorema 1976.
[7] Ver La gran crisis de la economía global.. Op. Cit.


César Altamira
Córdoba, 23-04-2010

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