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sábado, 2 de abril de 2011

Segunda carta a un amigo de Túnez

 TONI NEGRI

23-03
Querido A.,

Estamos  prevenidos luego que la "alianza de los dispuestos" comenzara a bombardear Libia en nombre de los "derechos humanos". Asesinos despreciables,  enmascarados. Tú lo marcaste correctamente: la contrarrevolución ha comenzado. Libia es el punto débil, equívoco de la revolución árabe - aquí es donde se podía, ante todo, atacar imputando a la bufonada de un Rais la causa de una restauración general. Todos se han puesto de acuerdo en que todo medio es bueno para derrocar a un tirano. ...Y Khadafi es un tirano, ciertamente,- agregas -, pero los otros, los Sarkozy, los Cameron, los Berlusconi y  -por último pero no menos importante – los Obama, si bien no son tiranos, los mueve una sola voluntad: controlar, es decir disciplinar y / o neutralizar la revolución árabe. La acción contra Libia constituye el precedente legal, la punta de lanza de un dispositivo que se presenta como "injerencia moral" en defensa de la rebelión de Cirenaica;  no es por lo tanto una intervención imperialista y neocolonial, sino democrática y solidaria, en defensa de los derechos humanos. En otro momento, hemos llamado imperial a dicho dispositivo.  Luego del ataque a un monstruo se toman medidas para construir nuevas normas de control para todos. Son reglas diferentes para cada país, se trata de una governance de control y represión de la revolución. Pero esta revolución - insistes - no se la puede controlar. Cuando las multitudes  se rebelan son ellas quienes deciden lo que quieren hacer de su porvenir. Y si internamente  reconocemos gérmenes o residuos de tiranía, son ellas mismas quienes están libres. ¡Esto es lo que creemos que se llama democracia!
Cuán de acuerdo estoy contigo. Tú sabes, mi querido amigo, que  este evento líbico se da en los mismos días de las celebraciones del  150 aniversario del Risorgimento italiano. Hay muchas similitudes entre lo que está sucediendo en vuestra casa y el episodio mencionado; tan ambiguo como grande. ¿No es extraño acaso que las potencias centrales quieran darle algo que se parezca al Risorgimento - una revolución verdaderamente dada vuelta, "gattopardesca", como aquella europea del siglo XIX en la que, para gestionar el desarrollo y la acumulación capitalista, para derrotar a lo que ahora se llama "república y  socialismo", trabajaron aristócratas y negociantes  mafiosos? Ese modelo - un poco sombríamente lo repite Obama. Como hizo Pío IX en Italia, tiró (hace un año en El Cairo) la piedra de la revolución árabe, un " todos somos berlineses "adaptado a la nueva geopolítica, e inmediatamente después escondió la mano. Ahora elabora con las potencias anteriormente coloniales la governance del control.
Pero ya no estamos en el siglo XIX, estamos en el siglo XXI: aquí no mandan más las aristocracias y los empresarios locales, sino los financistas y el capital global que se encontraban ya firmemente vinculados a vuestros tiranos. El desarrollo ya no es más sólo la bárbara acumulación, sufrida y trabajada por los pueblos y naciones por separado, ridículamente independiente en su miseria, sino que es el producto de una multitud puesta a trabajar en la cooperación social. Es la cooperación social y este común los que van a ser liberados. Esta, nuestra revolución árabe, - dices -, es no sólo una revolución política, sino también y sobre todo una revolución social. No queremos tiranos,  ni tampoco patrones. La gran esperanza de esta multitud de jóvenes árabes no es cambiar de amo, sino deshacerse de ellos.
La intervención militar de las potencias occidentales, por lo tanto, sirve para bloquear esas esperanzas, introducir la inseguridad para todos; para seleccionar los nuevos patrones y cómplices, para aplastar la potencia democrática y común de nuestros movimientos. Y si ahora les va mal, serán los modernos y laicos "imperialistas" que reclamarán los servicios a los antiguos maestros coloniales y, con ellos, a los extremistas, fanáticos religiosos y tiranos. Las maniobras comenzaron con la intervención en Libia.
Pero, querido A., mi impresión es que el intento de bloquear así como la reacción Imperial son bastante inestables, porque en este período de crisis económica, ninguno de los movimientos telúricos no sólo aquellos propios de las plataformas oceánicas, sino aquellos pertenecientes a los poderes globales, a los dueños de las multinacionales y  a los poderes dominantes, tienen proyecto, carecen de dirección cierta; se esfuerzan, incapaces de expresar una perspectiva única sobre la que organizar el control de la revolución árabe. Turquía y Alemania han desorientado la OTAN, Israel ha obligado a  Obama a un cambio decisivo de línea, las monarquías (desde el Atlántico hasta el Golfo) actúan como monarquías y han pedido a la République una acción punitiva e inmediata, los militares argelinos siguen haciendo estragos de tal manera que incluso Stalin los  envidiaría. Pero la revolución árabe continúa  bajo las cenizas que soplan en Marruecos y en Argelia, respira en Túnez, y se encuentra ansiosa en Egipto (donde los militares y los Hermanos Musulmanes se han aliado para bloquear el movimiento), lucha en Jordania y Siria, es masacrada en Bahrein y en Yemen, corre en la  web, entre las naciones del Golfo ...  Mientras tanto, la nueva perspectiva del "policentrismo mundial" no se ha hecho aún su lugar para la Revolución árabe. En la re configuración geopolítica mundial determinada por la "decadencia norteamericana", cuya última etapa fuera América Latina -, ¿cómo van a continuar los proveedores árabes petroleros si  la renta fija de las monarquías son sustituidas por las luchas y reivindicaciones por ingresos de los proletarios, como "variable independiente" para la reproducción libre de la multitud?
Tú me dices que esta revolución tiene que despertar a Europa. Yo creo que no puede hacer eso. Tú agregas que las tierras del Mediterráneo del sur y del norte son comunes a los jóvenes árabes y a los jóvenes europeos, debido a que la nueva fuerza de trabajo material o inmaterial, se valoriza y se mueve en ese espacio. Añades que este movimiento continuará porque es parte de la revolución árabe, en la medida que forma parte de la lucha contra los tiranos y contra los  "imperios". Y estoy de acuerdo contigo cuando exaltas el formidable puente que ha sido construido sobre el estrecho entre Túnez y Sicilia, y te felicitas que pueda ser utilizado en un sentido o en otro y trasbordar - de sur a norte y viceversa - un sano odio contra los patrones y contra todos los nacionalismos. Cuando te dije que aquí entre nosotros están los pacifistas dispuestos a ponerse en marcha (esta vez son una enorme minoría, mayor que cuando se trataba de oponerse a las guerras de Kosovo y de Irak), tú, mi amigo, sonreíste - para no decir que te reíste en mi cara – diciendo que esta vez los pacifistas no servían verdaderamente porque realmente resulta imposible cambiar las cosas con el testimonio moral. En su lugar, lo que se necesita es  ampliar el mercado de trabajo e inventar nuevas reglas justas sobre su reproducción; se trata ahora de pagar el petróleo con puestos de trabajo. Es por ello que el pacifismo no puede plantearse como sostenimiento político y participación material en la revolución social árabe. Lo que está en juego es la economía del futuro, la organización y división del trabajo en el Mediterráneo, la energía, mucho dinero  y seguramente grandes porciones del poder mundial. De otro modo,  si se pudieran evitar estos problemas - la guerra de Libia se transformaría en una guerra larga y fanática e involucraría a otros pueblos árabes y sólo arruinaría al final – a los libios y los "dispuestos", y ciertamente ningún vencedor "imperial."
En estas convulsiones post-unilaterales, en el marco de la declinación de la política imperial europea y americana y del debilitamiento de la OTAN, la única vía de salida consiste en agitar nuevamente la lucha de clases - la lucha de los trabajadores árabes y su  cercanía con la de los trabajadores europeos. Tenemos que romper los límites. Para ello, como tú dices, no sólo es necesario aplastar a la izquierda reformista bajo el peso de su responsabilidad y la vergüenza de su propia traición, no solamente interna sino internacional; resulta también necesario y urgente avanzar en torno a una agenda política que, atravesando las fronteras, revolucione las medidas y el modo de producción, reconociendo el común como base de la riqueza.

Traducción: César Altamira
Del sitio italiano Uninomade 2.0

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